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El nuevo coronavirus puso en jaque a nuestro sistema de salud y nuestra economía. Es difícil, pero debemos admitir que nunca estuvimos preparados para afrontar una coyuntura como la que vivimos hace poco más de dos años. El perjuicio económico y, especialmente, las pérdidas humanas, son una clara señal de lo mal que lo pasamos.

Sin embargo, de una situación como esa es importante aprender las lecciones que nos ha dejado, y que han sido muchas, tanto en el ámbito laboral como en el económico y el personal.

Pulso Salud elaboró recientemente el informe ‘El pulso de la salud ocupacional en el Perú’, el cual evidencia el impacto de la emergencia sanitaria en la salud preventiva.

Además, reitera la urgente necesidad de que las empresas habiliten programas de salud ocupacional integrales, tanto para preservar el bienestar de sus colaboradores, como para potenciar el desarrollo de la empresa.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad las personas económicamente activas pasan alrededor de una tercera parte de su tiempo en el lugar de trabajo. En esa línea, las condiciones laborales podrían tener un impacto en la salud de los colaboradores. Las afecciones más frecuentes son alteraciones en el peso, trastornos de la vista, sordera por ruido, dislipidemia (concentración elevada de colesterol y triglicéridos), hipertensión arterial, estrés, trastornos muscoloesqueléticos, entre otros.

Por ello, la salud ocupacional es vital para las empresas, ya que brinda diversos beneficios tanto a sus colaboradores, como a la compañía, refiere el informe.

Asimismo, diversas investigaciones han demostrado que iniciativas de salud ocupacional en el lugar de trabajo pueden contribuir a reducir el ausentismo por enfermedad en un 27% y los costos de atención sanitaria para las empresas en un 26%.

En muchos países, más de la mitad de los trabajadores están empleados en el sector informal, por lo que carecen de protección social para recibir atención sanitaria.

Según el estudio de Pulso Salud, antes de la pandemia por el covid-19, la salud ocupacional era considerada principalmente para sectores empresariales de alto riesgo. No obstante, la emergencia sanitaria evidenció la necesidad de que las empresas cuenten con programas de salud para cuidar y preservar el bienestar de sus colaboradores, tal como lo establece la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo (Ley N° 29783), que garantiza el derecho de los trabajadores a la seguridad y la salud laboral ante riesgo epidemiológico y sanitario.

Beneficios

Así, las condiciones de trabajo inseguras, insatisfactorias o peligrosas pueden causar accidentes, enfermedades y muertes en el trabajo.

Es necesario que las empresas ejecuten programas de salud ocupacional integrales, los cuales brindan enormes beneficios tanto a sus colaboradores, como a la compañía.

Entre estos beneficios figuran el incremento de la productividad laboral, la reducción del ausentismo laboral y la rotación de los colaboradores y el mejoramiento del clima laboral y compromiso con la empresa.

Del mismo modo, se incrementa la calidad de vida del colaborador, disminuye la carga económica que representan las enfermedades prevenibles y potencia la reputación e imagen de la empresa.

Evolución del sector

El informe ‘El pulso de la salud ocupacional en el Perú’ refiere que solo en Lima hay un promedio de 150 clínicas de salud ocupacional acreditadas por la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa). Se estima que el 25% de estas clínicas cesaron sus operaciones debido a la pandemia.

De estas, solo el 15% retomó sus servicios de forma paulatina. Si bien durante el período 2020-2021 las clínicas disminuyeron la realización de exámenes médicos ocupacionales, muchas de ellas se vieron forzadas a implementar nuevos servicios, como la atención y la vigilancia del covid-19.

No obstante, aún existe una brecha entre las clínicas y centros especializados en salud ocupacional disponibles para atender a la totalidad de población económicamente activa (PEA). A ello se suma la informalidad laboral que hay en el país, lo que genera que gran parte de los colaboradores no accedan a servicios de salud oportunos y de calidad.

En el 2021, en el área urbana del país de los más de 13 millones de personas ocupadas solo el 28.6% tenía empleo formal.

En el Perú, en la última década, se registró un crecimiento de 122.22% de especialistas en salud ocupacional. Sin embargo, todavía hay una brecha muy amplia de expertos para atender la alta demanda de estos servicios a escala nacional.

En el país existen más de dos millones de empresas que deberían implementar estos servicios para la preservación de la salud de sus colaboradores.

Por otra parte, en el 2020, durante el período de julio- agosto, alrededor del 25% de empresas aún continuaban inoperativas y gran parte de ellas contaban con trabajadores vulnerables que tenían comorbilidades.

Esto impulsó a que muchas de ellas vieran la necesidad de instalar servicios de salud ocupacional, incrementando la demanda de las empresas en los servicios de prevención del covid-19.

FUENTE: Diario El Peruano.

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